Encanto es la viva prueba de que Estados Unidos no sabe un coño de la madre de Sudamérica: las arepas son venezolanas coño, los colombianos ni saben hacerlas, las compran pre-hechas en las bodegas o panaderías. Ahora con la reseña, Encanto es otra película creada para representar países ajenos vistos desde la colorida perspectiva de Disney. No le criticaré que no tenga cocaína u oleadas de venezolanos muertos de hambre mientras grupos terroristas van lentamente subvirtiendo el país, llevándolo a una guerra civil. Es obvio que está destinada para los niños con las representaciones típicas de la región y en eso, pues, logra su objetivo, o al menos lo haría de no ser por ciertos detalles.
Si han leído algo de Gabriel García Márquez notarán como la literatura de la región desborda y grita realismo mágico. En particular con Cien Años de Soledad: el tema familiar, los lazos y… el incesto son tópicos importantes. Claro que aquí no hay incesto, pero al menos respeto que haya captado lo que marca tanto las obras de la zona. Tanto la producción como la ambientación se asemejan mucho a una zona rural que me creería es de Colombia. También me gustó la variedad de fenotipos, no siendo típicas copias de Pablo Escobar o como en Coco--donde todos se ven indígenas. La banda sonora está ok, me desagradó el reggaetón como de costumbre, pero al menos hubo música más regional acompañándole, igual tiene menos personalidad que Coco al basarse en música mainstream frente a lo más cultural. Por lo que tras detallar en lo audiovisual, es hora de tratar lo mágico: seguir la filosofía de como depender de cosas como el prestigio o de elementos sobrenaturales pueden traer miseria a los portadores. Es ese contraste entre lo fantástico y mundano mezclado con la localización a desarrollar lo que da sentimiento particular.
Dejando a un lado lo más concreto a la recreación cultural, y a pesar de ser hasta cierto punto acertada en su realismo mágico, no es como que no conlleve sus críticas. La historia es sobre una familia con superpoderes que viven alejados de la vida normal de Colombia tras ser desplazados por las guerrillas. Me gusta el concepto lo; con las suficientes bolas puedes expandir a la amarga realidad de grupos campesinos afectados por el terrorismo o la corrupción. Añado de plano no me molestó la inclusión del aspecto fantástico por sí misma dada la capacidad de recalcar su efecto en los Madrigal, con su pertinencia mantener estable la situación del pueblo en el que residen. Es una cuestión ya no sólo de dignidad sino de seguridad para mantener el oasis paradisiaco que tienen montado en las montañas. Fue de hecho una excelente excusa para hacer la protagonista una underdog que debía buscar una forma de aportar por la falta de dones mágicos.
Los problemas aparecen debido a que la premisa en la que se sostuvo la película no se mantiene en tiempo presente. El patriarca de los Madrigal fue asesinado fuera de cámara hace ya décadas atrás, no hay señal de aquellos quienes hicieron ese desastre y, por lo que parece, no existe peligro auténtico. Es cierto que es más sobre los problemas internos y lo disfuncional que en realidad es el cast pese a ser humanos con capacidades fantásticas y características peculiares. La cosa es que la fundación de la historia se basa en un peligro que sencillamente no está, por ende, la insistencia de la abuela de la protagonista se siente mezquina y no justificada, y la obstinada tendencia de mantener la magia pierde cierto valor. Le asesinaron el esposo, pero los asesinos o se murieron o no son una amenaza ahora.
Aparte de bajar los riesgos a un grado de rozar el Slice of Life, la verdad no me interesó el tema de la fachada. Estaría bien si es que los familiares revelan detalles sobre cómo pretenden ser personas que no son para proteger la villa si es que se diera individualmente. A pesar de ser un lio en la lectura, Cien Años de Soledad contaba con la perspectiva individual de cada miembro de la familia Buendía y su interacción con el pueblo se veía interrumpida por constantes desgracias por las profecías de los gitanos. Aquí el trato entre los raros esos y la gente común no se explora mucho y se queda en nada. Sin contar esa mala costumbre de tratar los asuntos serios… Encanto tiene la manía sacada de Naruto de que si el protagonista no trata a los demás, ellos se quedarían en los mismos problemas emocionales sin forma de resolverlos. La solución siempre fue Mirabel aplicando el Talk no Jutsu e ir pegando partes de un misterio que concernía a su incapacidad de tener un don.
Como detallo más en lo que ocurre alrededor de Mirabel más que en ella, veamos cual es el elefante en el cuarto. No tendrá un don tal cual, si descontamos el Talk No Jutsu, así que es una underdog. La parte donde silenciosamente siente celos de los demás, lo que dificulta la comunicación de las grietas está bien; tiene sentido por la situación en la que está. Su constante ida y vuelta dentro de la casa para encontrar la respuesta me deja en cambio con un mal sabor de boca. Cada personaje se sintió como una herramienta argumental en lugar alguien que aportara en la búsqueda proactivamente. Ella habla con su hermana, luego con su tío, o sus padres como una línea sin mayor afección. Me gustaría que los demás miembros no estén salvando la situación cuando se necesita con sus podres alocados y rotos que hasta permiten predecir el futuro, y a cambio hubieran aportado en bloquear a Mirabel, cosa que la abuela consigue en menor grado. Aparte que el exceso de personajes deja en claro que la mayoría cumple un rol especifico y no tienen individualidad.
La gota que derrama el vaso al final es la falta de consecuencias, a pesar que Mirabel sí es la causa que la casa cayera en pedazos con sus problemas emocionales, la solución es sencillamente empezar desde cero. La magia regresa y no afrontan lo que haya afuera del santuario donde andan. Al final no fue gran verga lo que pasó si es que iban a reconstruir y los poderes de los personajes iban a perdurar. Si se lo preguntan, profundizar en el cast es inútil, son unidimensionales y el exceso hace que repitan sus mismos gimmicks de inicio a final. La abuela es la única que sirve como una supuesta antagonista, aparte de ser la que busca sin tapujos expulsar a la protagonista por el lio que prendió, aunque con la resolución eso no se mantuvo.
Por ende listaré aquí lo que aprendieron: El cast es débil, la resolución es volver al status quo, el desarrollo se da porque se necesita desarrollar la trama y el misterio, la magia es abusada y las implicaciones oscuras que rodeaban los clásicos trabajos de García Márquez no están tan presentes. Si no quisiera que le tratara así, no debió meter un trasfondo tan oscuro en primer lugar para que desentone con el resto del tono y aproximación infantil de la familia. Nada mal mostrar que uno no es un sencillo poder o que puedes encontrar algo en que destacar por otros medios, o que pelear entre familia por los atributos ajenos está mal, pero como lo he dicho en el pasado y lo seguiré diciendo, los mensajes y temas no es lo único que debe tener una obra, necesitan un desarrollo y planeación apropiadas para que se desarrollen a plenitud.